La duración de la floración o antesis en las orquídeas es tan diversa como la propia familia de estas plantas. Hay orquídeas cuya flor se mantiene abierta y fresca solo unas horas, durante una noche y otras que permanecen con todo su esplendor y con sus órganos reproductores activos durante meses. Además unas emiten perfumes agradables, otras apestan a excrementos, algunas sólo lo hacen a determinadas horas y la mayoría por mucho que peguemos la nariz no huelen ni siquiera a verdura -o eso creemos-, de esto último ya hablamos en el articulo Dime a que hueles y te diré quien eres.
Toda esta diversidad floral -sin entrar en cuestiones morfológicas- no es fruto del capricho botánico aunque sí de la casualidad, de esa casualidad insistente de la prueba, error y éxito que llamamos evolución, más concretamente en el caso de las orquídeas; co-evolución ¹. La capacidad de una planta para mantener una flor abierta depende en última instancia de que un animalito haya convivido con la orquídea durante miles de años repartiendo su polen. Lo más importante y a la vez interesante es si la flor ha sido visitada o no por su polinizador y esta posibilidad viene dada de como han co-evolucionado¹ evolucionado a expensas de si la planta ofreciera algo a cambio o porque se lo hiciera creer -néctar, esencias, sexo, polen, cobijo-.
En términos fisiológicos la teoría estricta nos acercará a afirmar que una flor puede durar todo lo que la planta “quiera” mantenerla con vida, pero esto supone un gasto energético importante. Producción de pigmentos, volátiles aromáticos, aceites, néctar, mantener células reproductivas (gametofitos) sin que se degraden, producir hormonas para mantener a raya otras células para que por ejemplo no salga un tallo en medio de la flor, entre otros gastos como el propio de la respiración celular. Por lo tanto, la duración de la flor depende por un lado del equilibrio entre inversión en recursos-reproducción, que depende fundamentalmente de la programación genética, y por otro de la senescencia y la abscisión que pueden ser desencadenados por diversas causas.
La senescencia es la muerte celular forzada cuando se produce un cambio metabólico en la célula que modifica el ciclo de vida encaminado hacia la lisis mediante envejecimiento. En este proceso de suicidio planificado la planta va recuperando la mayoría de nutrientes que le son útiles a medida que las células van muriendo absorbiendolos a través de las membranas, gracias a que los tejidos vasculares son los últimos en envejecer y morir. La senescencia puede estar programada o puede ser desencadenada por algunos factores principales. Por el ataque de patógenos; como método de defensa la célula se suicida para parar la infección, otra causa puede estar motivada por agentes ambientales como altas temperaturas que provocan el cierre de estomas o modifican la forma de algunas proteínas produciendo cambios fisiológicos y el factor que nos interesa, debido a la producción de etileno. El etileno es un gas que producen de forma natural las plantas, por ejemplo es el principal agente de maduración de la fruta y en general actúa como la hormona principal de senescencia. Su aparición a determinadas cantidades desencadena cascadas de activación o desactivación de ciertos genes que llevan a la muerte de la célula. Según la especie la sensibilidad a la presencia de este gas tiene distintos grados, pero en todas las floraciones el momento en que se produce la polinización siempre desencadena la producción de etileno.
La flor, de por ejemplo una Phalaenopsis, puede mantenerse preciosa durante meses dentro de una casa o un invernadero, pero en la naturaleza probablemente dure unas horas o unos pocos días porque en condiciones normales un insecto visitará la flor cargado con polen de otra planta próxima. Cuando el estigma de la flor entra en contacto con el polen, éste ‘germinará’ generando un tubo polínico que crece hacia el interior del ovario buscando el óvulo, en este camino liberará ciertos productos que desencadenan señales celulares que se amplifican, se transmiten e implican la transcripción de moléculas como auxinas o antocianinas entre otras, precursoras de la producción de etileno (Joseph Arditti et al. 1980). Llegado al nivel adecuado el etileno provocará la muerte de las células de la flor. Estos efectos los conocen bien en la industria de la flor cortada donde emplean inhibidores del etileno para mantener las flores mejor conservadas durante más tiempo tras el corte -los daños mecánicos también inician la producción de etileno y diferentes fenoles-. Algunos vendedores de orquídeas vivas también emplean estos productos, que, en mi opinión personal, es una mala práctica.
Si no se produce la polinización, además en ausencia de otros factores como puede ocurrir con una orquídea que tengamos en casa, la flor durará normalmente lo que tarden las células gaméticas (polen y óvulos) en degenerar. Esta degradación celular provocará unas señales distintas a los casos antes descritos. Ahora este proceso comenzará con la senescencia celular (primero etileno) y acabará con la abscisión. La abscisión “corta” la flor por un punto para separarla definitivamente de la planta, para que caiga y continúe su degradación lejos de los tejidos sanos. La abscisión es promovida por otra hormona diferente al etileno, es el ácido abscísico (ABA) que se produce en un lugar muy concreto conocido como ‘zona de abscisión’. En ese punto por donde la planta ‘corta’ las células, éstas son distintas a las demás. En esta zona las células en el lado de la flor comenzarán a producir enzimas pectinasas que sirven para disolver su pared celular promoviendo la separación y las células que quedan en el lado de la planta producirán suberina, lignina u otras sustancias gomosas que sellarán el corte para evitar la pérdida de agua por evaporación y la entrada de patógenos. Todo esto ocurre de forma coordinada para que cuando la flor caiga el tallo de la planta ya esté completamente sellado.
Como hemos visto en la naturaleza el polinizador que ha convivido con la orquídea durante miles de años es finalmente el factor principal que desencadena todo para acabar con la flor. Por este motivo la programación de degradación depende en gran medida de la biología del animal o animales implicados en la polinización entre orquídeas y, por supuesto, la época de floración también es determinada por el mismo motivo. Si el polinizador abunda o la planta es visitada por distintas especies de animales la duración ‘programada’ de la flor será corta, de hecho en ambientes muy cálidos de bosques y selvas húmedas, donde la cantidad de insectos es grande y la humedad letal para la flor (Richard B. Primack, 1985), la floración es de unas horas como el caso del género Sobralia. En lugares más frescos menos húmedos pero con una estacionalidad poco marcada, donde los insectos son más escasos y no tienen una fecha concreta de aparición, la duración de la flor será por lo general mayor, por ejemplo el caso del género Paphiopedilum. Claro está que no son reglas fijas ni para todos los ecosistemas ni para un género en concreto. Es mas, algunas orquídeas tienen tal número de óvulos dentro del ovario que incluso tras ser polinizadas, pueden esperar frescas mas de una semana mas esperando que llegue mas polen.
Y en casa, ¿podemos hacer algo para alargar por más tiempo nuestras floraciones? Sin duda, las claves están en la propia fisiología explicada en este articulo y no lo haremos utilizando inhibidores químicos:
- Mantener la planta bien alimentada con fertilización adecuada y los riegos pertinentes. En plena floración la demanda de agua será mayor para construir los tejidos nuevos y durante el tiempo que duren las flores abiertas la transpiración será mayor al existir mayor superficie de evaporación. Estos cuidados permiten a la planta no acusar falta de recursos y mantendrá por más tiempo la flor.
- Mantener la planta sana, sin hongos, bacterias, sin problemas de exceso o falta de minerales y sin plagas. Una Botritis en los pétalos y sépalos o una babosa acabará en una noche con nuestras preciosas y deseadas flores. No solo esto, si la planta tiene alguna enfermedad se preocupara más por vencer al atacante que por mantener la flor.
- La ventilación es fundamental, como hemos visto el etileno es el principal agente senescente. Una habitación cerrada o un invernadero mal ventilado acumularán etileno de la propia fisiología de las plantas e incluso de la actividad bacteriana de los sustratos húmedos y esto reducirá notablemente la longevidad de las flores.
- Evitar las altas temperaturas. Las altas temperaturas provocan el cierre de los estomas, es una defensa de la planta para evitar la deshidratación, esto produce acumulaciones de etileno en el interior de la planta que acabará iniciando el aborto de la floración.
- Evitar mojar las flores, el agua puede facilitar la aparición de patógenos que dañan la flor. Como hemos comentado en el artículo, un método de defensa es provocar el suicidio celular para parar la infección y por otro lado que los daños mecánicos también estimulan la producción de etileno.
Para cualquier duda, no dejéis de escribir vuestras preguntas y comentarios.
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La co-evolución entre las orquídeas y sus polinizadores es probablemente poco frecuente (Szentesi, 2002) y la mayor parte de la evolución es unilateral en el lado de la orquídea sin cambios evolutivos en el polinizador (Williams, 1982). La evolución unilateral puede atribuirse a que las orquídeas aparecieron cuando la mayoría de los grupos polinizadores claves ya habían evolucionado y establecieron mutualismos complejos con plantas con flores (Labandeira et al, 1994; Dilcher, 2000).
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